Antes que Facebook y Twitter usaran las etiquetas dentro de sus funciones,
la sociedad las aplicaba para señalar a aquellas
personas que rompían los esquemas de lo que tradicionalmente se concibe como
“normal” y que socialmente no está permitido. La etiqueta va más allá
colocar el símbolo # más una palabra para unirse a una estadística que
refleje sobre qué se está comentando y
cuántos usuarios los están haciendo; es un estigma que atribuye interpretaciones y valores sobre
leyes sociales en los diferentes ámbitos de la vida.
Etiquetar y ser etiquetado, es la dinámica de la vida; la
razón, eso no importa basta con no ser parte del imaginario que la sociedad va
construyendo y que la televisión va reforzando como por ejemplo: el estereotipo
de la belleza femenina, los
convencionalismos de la vieja masculinidad e incluso la generalización de los prototipos
políticos que encasillan a la juventud a
reforzar ideas que se prolongan en etiquetados sobre aquellos que no comparten
los mismos ideales.
En las etiquetas sociales existen: el yo y el otro,
nosotros y los otros, nosotras y las
otras; divisiones de conductas y
pensamientos que construyen separaciones
y aislamientos entre diferentes grupos. El mejor ejemplo es la escuela,
esa selva social en donde la conducta y
la interpretación de algunas leyes vale demasiado, hasta el punto de causar
graves problemas sobre algunos estudiantes como por ejemplo: la discriminación,
el rechazo y el acoso escolar.
La resistencia es
parte de la defensa de algunos temas que a nivel social suelen ser escabrosos e
incluso en la escuela como: la
prostitución, la homosexualidad,
y la nueva masculinidad, aunque en los últimos años la escuela ha
eliminado la homogeneidad social por la homogeneidad política.
Los prejuicios son el resultado de los
comportamientos que entendemos como diferentes y que no siguen la línea establecida. En los
diferentes campos de la vida las etiquetas estarán presentes, ya sea por tu
color de piel, tu credo religioso o político, y por tu situación económica, el
colmo de esta última es ser etiquetado por otra persona en tu misma situación.
Todas estas segregaciones pretenden
evitar la desviación de social, o sea aquello que rompe las normas, pero en
realidad la etiqueta destruye la armonía del aprendizaje y el crecimiento social; la comunidad empuja
a homogenizar la conducta o por lo menos fuera
de la visa de los demás, porqué cuando se desempeña una función en
alguno de los campos sociales no se
permite romper las reglas, por ejemplo un prestigioso maestro que está felizmente
casado y consume pornografía será señalado
por sus estudiantes y familia, no lo respetaran porque estará bajo la
etiqueta de ser un “degenerado” y que todo lo que gire a su alrededor estará
contaminado por el material pornográfico que consume y será un escándalo.
Por otro lado si una joven quien se dedicaba a la prostitución y decide dar fin a esta profesión para
casarse y tener hijos, jamás se quitará la etiqueta de: iLA PUTA! . Porque en ambos casos no importa lo sucedido o las razones que condujo a la joven a dedicarse a esta
profesión, lo cierto es que la etiqueta los acompañará por buena parte de su vida
sin tomar en consideración la historia
detrás de sus razones, sólo que optaron por romper los esquemas sociales.
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