15 de octubre de 2014

#Etiquetas

Antes que Facebook y Twitter  usaran las etiquetas dentro de sus funciones, la sociedad las aplicaba para señalar a  aquellas personas que rompían los esquemas de lo que tradicionalmente se concibe como “normal” y que socialmente no está permitido. La etiqueta va más allá  colocar el símbolo # más una palabra para unirse a una estadística que refleje  sobre qué se está comentando y cuántos usuarios los están haciendo; es un estigma que  atribuye interpretaciones y valores sobre leyes sociales en los diferentes ámbitos de la vida.

Etiquetar y ser etiquetado, es la dinámica de la vida; la razón, eso no importa basta con no ser parte del imaginario que la sociedad va construyendo y que la televisión va reforzando como por ejemplo: el estereotipo de la belleza femenina, los   convencionalismos de la vieja masculinidad  e incluso la generalización de los prototipos políticos que encasillan a la juventud  a reforzar  ideas que se prolongan en   etiquetados sobre aquellos que no comparten los mismos ideales.

En las etiquetas sociales existen: el yo y el otro, nosotros y los otros, nosotras y  las otras; divisiones  de conductas y pensamientos que construyen separaciones  y aislamientos entre diferentes grupos. El mejor ejemplo es la escuela, esa selva social en donde  la conducta y la interpretación de algunas leyes vale demasiado, hasta el punto de causar graves problemas sobre algunos estudiantes como por ejemplo: la discriminación, el rechazo y el acoso escolar.
La resistencia  es parte de la defensa de algunos temas que a nivel social suelen ser escabrosos e incluso en la escuela como: la  prostitución, la homosexualidad,  y la nueva masculinidad, aunque en los últimos años la escuela ha eliminado la homogeneidad social por la homogeneidad política.


Los prejuicios son el resultado de los comportamientos  que entendemos  como diferentes  y que no siguen la línea establecida. En los diferentes campos de la vida las etiquetas estarán presentes, ya sea por tu color de piel, tu credo religioso o político, y por tu situación económica, el colmo de esta última es ser etiquetado por otra persona en tu misma situación. Todas estas segregaciones  pretenden evitar la desviación de social, o sea aquello que rompe las normas, pero en realidad la etiqueta destruye la armonía del aprendizaje  y el crecimiento social; la comunidad   empuja a homogenizar la conducta o por lo menos fuera  de la visa de los demás, porqué cuando se desempeña una función en alguno de los campos sociales no se  permite romper las reglas, por ejemplo un  prestigioso maestro que está felizmente casado y consume pornografía será señalado  por sus estudiantes y familia, no lo respetaran porque estará bajo la etiqueta de ser un “degenerado” y que todo lo que gire a su alrededor estará contaminado por el material pornográfico que consume y será un escándalo.

Por otro lado si una joven quien  se dedicaba a la prostitución  y decide dar fin a esta profesión para casarse y tener hijos, jamás se quitará la etiqueta de: iLA PUTA!  .  Porque en ambos casos no importa lo  sucedido o las razones que  condujo a la joven a dedicarse a esta profesión, lo cierto es que la etiqueta los acompañará por buena parte de su vida sin tomar en consideración  la historia detrás de sus razones, sólo que optaron por romper los esquemas sociales.

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