La familia se podría definir como el grupo de individuos que comparten vínculos sanguíneos que tienen por obligación, cuidar, proteger, educar y amar a sus progenitores; lamentable mente no siempre es así, por ello decidí escribir sobre la familia no genética. Al escribir acerca de familia no genética no me refiero a conceptos científicos sino que tratare de expresar lo que significa en mi vida.
Se supone que amar a nuestros familiares no es una obligación, sino una necesidad del ser humano, pero ¿qué ocurre cuando los miembros de tu familia no encuentras amor?; lo más ideal es que te refugias en una amigo que tiene gran relevancia en tu vida.
A esas personas yo les llamo familia no genética, que se traduce en familia de verdad: personas que te entienden, escuchan, comprende y está siempre para conversar contigo.
Quiero compartirles acerca de una persona muy especial en mi vida, como anteriormente mencioné no compartimos ningún vínculo genético, pero es más que una simple amiga es mi familia, su nombre es Rosita, pero siempre la llamo Doña Rosita.
Creo que encajaría muy bien como tía, quien siempre me escucha y comprende por ello después de conocerla muy bien la he agregado a los miembros de mi verdadera familia.
Para muchos este escrito representa el desprecio por mi familia genética, pero no es así sólo quiero expresar como hay personas que se convierten en parte de nuestra familia por el simple hecho que podemos contar incondicionalmente con ellas. Por ello que en la vida no todo es lo que vemos o creemos, pero si es lo que sentimos porque de que sirve tener una familia numerosa sino nos conocemos he de allí que todo aquel con el que compartes un momento especial y guarda un ligar especial en tu corazón es tu familia.
Por último todos somos parte de una familia, pero a veces no compartimos vínculos genéticos sino afectivos y que son inquebrantables por el simple hecho que los sentimiento son cuando verdaderos no hay nadie que los pueda destruir y se resumen en apreció que no se compra, se presta sino que se da y que cuando se pierde cuesta mucho recuperarlo y cuando lo recibes o lo das no cuesta absolutamente nada, basta con una simple sonrisa.
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