El
acostumbrado viaje al mercado de
Masaya para realizar las compras de víveres se vio interrumpida cuando una
ciudadana desde la ventana de un taxi
gritó: i hijueputa ladrón, me robo mi cadena! .La afectada entre asustada y molesta presionaba su mano
contra su pecho, con la esperanza que alguien
la ayudara, sin embargo sus gritos no tuvieron respuesta de auxilio.
Inmediatamente
todos los que estábamos cerca examinábamos con la mirada nuestro entorno para saber
quién era el ladrón; la búsqueda sólo tomó unos segundos. Un sujeto de estatura promedia, piel morena y sin camisa gritó ¿qué…….qué? ¿Quién
va a brincar?, inmediatamente mi mamá me
tomó de la mano e hizo que agilizáramos nuestros pasos, según los murmullos de quienes se quedaron atrás el asaltante lanzó una
piedra y las personas que estaban alrededor tuvieron que replegarse para
resguardar su seguridad; para colmo de lo sucedido, el conductor del taxi culpó a la afectada por no haber cerrado la ventana
del vehículo.
Sucesos como estos
ocurren todos los días y a menudo son tipificados por las autoridades como delitos comunes, sin embargo delitos
como estos nos permiten observar cómo la delincuencia avanza paulatina y
silenciosamente; las principales víctimas son: son niños, adolescentes, en su mayoría
estudiantes y ancianos. Hechos como
estos chocan con el
turístico lema que el
estado y las autoridades policíacas explotan durante todo el año: “El país más
seguro de Centroamérica”, en realidad falta mucho para podernos sentir seguros
sin la amenaza de ser víctimas de robos, así mismo la seguridad abarca a otros campos de la sociedad como el de la perspectiva de género.
Como ciudadanos no debemos asumir que gozamos por completo de seguridad ciudadana, porque falta mucho en esta materia para pode cumplirse,
sino basta con hacer retrospectiva y
tener claro que cuando hemos asumidos que estamos por completo seguro en
mercado, parque u x lugar hemos sido víctimas de asalto a causa de creer
que no existe peligro alguno.
La seguridad que los nicaragüense
promedios experimentamos es
absolutamente diferente a la percepción
de los políticos y altos mandos policiales expresan en sus discursos, por tanto no es del todo cierto que sus palabras tengo
eco en la sociedad que a diario es víctima de asaltos como el que aquí
expuse.