18 de marzo de 2014

Una noche en el hospital

Uno de mis tíos tuvo lo que popularmente conocemos como un bajón de azúcar, ante  lo grave de su estado de salud me  ofrecí  cuidarlo toda la noche durante  su estadía en el hospital. Desde que salí de mi casa sabía que no sería una noche fácil, sin embargo eso no me intimidaba pues sufro de insomnio y esta experiencia me serviría  para reactivar  mi  blog.

En el hospital Humberto Alvarado de la ciudad de Masaya,  lo primero que observé  es que juntó a la bandera  nacional   ondeaba la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional. En el portón  del hospital  no se me  permitía entrar  sino hasta que el reloj marcara las 6 de la tarde, luego  que la esposa de mi tío salió  pude ingresar a la sala donde se encontraba mi familiar. En la entrada principal  fue inevitable  no observar los  murales en las que se encuentran las fotografías  de Sandino  y su biografía, carteles  en los que aparecen Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, ademásde un póster  de Hugo Chávez,  y  a su lado se  encuentra   un pequeña retratera con una foto antigua de un hombre mayor que aparentemente estaba emitiendo un discurso, no había información acerca de quién es la persona en la fotografía pero por contexto creo que es el difunto Doctor Humberto Alvarado  (1889-1967).

Dentro del  hospital me dirijo al cuarto número 1 de la sala de medicina interna, converso con mi tío y luego de asistirlo en sus necesidades  me tomo tiempo para observa todas las personas que están a mi alrededor. En el cuarto hay cinco camas, la mayoría de los pacientes son de la  tercera edad a excepción de uno de ellos.
Los responsables  de enfermería  no paran en ningún momento  entran  y salen de los cuartos, atienden  a un sinnúmero  de pacientes  además de  las familiares que los acompaña. Una enfermera  de test morena que atendía   la sala en la que me encontraba tuvo que lidiar con la mamá  de uno de los paciente, quien la llamó chismosa por  un mal entendido  de una receta médica, pero  lo más cómico  fue el final feliz a la queambas  llegaron.
A lo largo de la noche  me dedique  a leer un par de libros  que le llevé  para no dormirme, pero esto no evitó que pudiera observar  cómo  es el ambiente de un hospital por la noche. Los pasillos también son una forma de distracción, es normal encontrarse mujeres embarazadas, personas de la tercera edad y muchachas envueltas en unas hermosas toallas de colores que me hizo recordad a  mi abuela, pues cuando  fue sometidas  a intervenciones jurídicas  llevaba una toalla.

La madrugada fue calma  y  los pasillos empezaron  a vaciarse, pero también  estuvo marcada por  los gritos de una mujer que posteriormente  desaparecieron en la soledad de la noche; un oficial de la policía de tránsito  y  un señor con raspones en su cuerpo  eran muestras claras  que un accidente de tránsito había ocurrido.
Lo más sobresaliente  en la  madrugada fue como las enfermeras  salían y entraban para aplicar los medicamentos, sin tener la dicha de poder descansar por algunos momentos; luego de haber terminado sus labores todos se dedicaron a descansar.
Algo que me llamó la atención fue los innumerables  gatos y  perros que se paseaban por el hospital lo que me llevó a preguntarme  ¿qué tan saludable  es que hayan animales rondando en un hospital?
A pesar que aguanté el desvelo con ayuda de mi lectura, cerca de las 5 de mañana cerré los ojos  y dormí alrededor de 20 minutos, en la banca de la sala de espera, cuando desperté pude escuchar  el sonido del agua que caía en los baños, me dirigí a  la cama de mi tío  le ayude a movilizarse hacia el baño.

Tomé un momento descanso salí al parqueo del hospital  para apreciar  el amanecer e toda su majestad y ver como se apagaban  cada uno de los bombillos del alumbrado público.
Luego regresé a ayudar a mi tío, descansó unos minutos y  una doctora lo examinó y le dio de alta para las 12 del día; desayunó y tiempo después se dormir nuevamente. Esperé  a que llegara su esposa, no puedo negar que empezaba a inquietarme a medida que el tiempo pasaba, mientras trabajadores entraban y salía; las de limpieza   realizaban sus trabajos y luego de ver el reloj una y otra vez escuche que mi nombre en el alta voz, me despedí de mi tío y regresé a casa.

Evidentemente  trabajar en el sector salud no es nada fácil y hacer turno requiere de mucho esfuerzo, pero lo que si pude apreciar es que quien aman su trabajo  lo hace con abnegación como la enfermera que atendió en la cuarto en la que fue atendido mi tío, quien no dudaba en despertarse para atender a sus pacientes. Aunque  no es agradable estar en un hospital, las personas más humildes no dudan en brindarte tu ayuda y hacer más amena la estancia con chistes y situaciones de su vida cotidiana.