Uno de mis
tíos tuvo lo que popularmente conocemos como un bajón de azúcar, ante lo grave de su estado de salud me ofrecí
cuidarlo toda la noche durante su
estadía en el hospital. Desde que salí de mi casa sabía que no sería una noche
fácil, sin embargo eso no me intimidaba pues sufro de insomnio y esta
experiencia me serviría para
reactivar mi blog.
En el hospital
Humberto Alvarado de la ciudad de Masaya,
lo primero que observé es que juntó
a la bandera nacional ondeaba la bandera del Frente Sandinista de
Liberación Nacional. En el portón del
hospital no se me permitía entrar sino hasta que el reloj marcara las 6 de la
tarde, luego que la esposa de mi tío
salió pude ingresar a la sala donde se
encontraba mi familiar. En la entrada principal
fue inevitable no observar
los murales en las que se encuentran las
fotografías de Sandino y su biografía, carteles en los que aparecen Daniel Ortega y su esposa
Rosario Murillo, ademásde un póster de
Hugo Chávez, y a su lado se
encuentra un pequeña
retratera con una foto antigua de un hombre mayor que aparentemente estaba emitiendo
un discurso, no había información acerca de quién es la persona en la
fotografía pero por contexto creo que es el difunto Doctor Humberto
Alvarado (1889-1967).
Dentro del hospital me dirijo al cuarto número 1 de la
sala de medicina interna, converso con mi tío y luego de asistirlo en sus
necesidades me tomo tiempo para observa
todas las personas que están a mi alrededor. En el cuarto hay cinco camas, la
mayoría de los pacientes son de la tercera edad a excepción de uno de ellos.
Los
responsables de enfermería no paran en ningún momento entran
y salen de los cuartos, atienden
a un sinnúmero de pacientes además de
las familiares que los acompaña. Una enfermera de test morena que atendía la
sala en la que me encontraba tuvo que lidiar con la mamá de uno de los paciente, quien la llamó
chismosa por un mal entendido de una receta médica, pero lo más cómico
fue el final feliz a la queambas
llegaron.
A lo largo de
la noche me dedique a leer un par de libros que le llevé
para no dormirme, pero esto no evitó que pudiera observar cómo
es el ambiente de un hospital por la noche. Los pasillos también son una
forma de distracción, es normal encontrarse mujeres embarazadas, personas de la
tercera edad y muchachas envueltas en unas hermosas toallas de colores que me
hizo recordad a mi abuela, pues
cuando fue sometidas a intervenciones jurídicas llevaba una toalla.
La madrugada
fue calma y los pasillos empezaron a vaciarse, pero también estuvo marcada por los gritos de una mujer que
posteriormente desaparecieron en la
soledad de la noche; un oficial de la policía de tránsito y un señor
con raspones en su cuerpo eran muestras
claras que un accidente de tránsito
había ocurrido.
Lo más
sobresaliente en la madrugada fue como las enfermeras salían y entraban para aplicar los
medicamentos, sin tener la dicha de poder descansar por algunos momentos; luego
de haber terminado sus labores todos se dedicaron a descansar.
Algo que me
llamó la atención fue los innumerables
gatos y perros que se paseaban
por el hospital lo que me llevó a preguntarme
¿qué
tan saludable es que hayan animales
rondando en un hospital?
A pesar que
aguanté el desvelo con ayuda de mi lectura, cerca de las 5 de mañana
cerré los ojos y dormí alrededor de 20
minutos, en la banca de la sala de espera, cuando desperté pude escuchar el sonido del agua que caía en los baños,
me dirigí a la cama de mi tío le ayude a movilizarse hacia el baño.
Tomé un
momento descanso salí al parqueo del hospital
para apreciar el amanecer e toda
su majestad y ver como se apagaban cada
uno de los bombillos del alumbrado público.
Luego regresé
a ayudar a mi tío, descansó unos minutos y
una doctora lo examinó y le dio de alta para las 12 del día; desayunó y
tiempo después se dormir nuevamente. Esperé
a que llegara su esposa, no puedo negar que empezaba a inquietarme a medida
que el tiempo pasaba, mientras trabajadores entraban y salía; las de
limpieza realizaban sus trabajos y
luego de ver el reloj una y otra vez escuche que mi nombre en el alta voz, me
despedí de mi tío y regresé a casa.