27 de abril de 2012

’’My bipolar teacher ’’


Con esta inusual frase saludo todos los domingos a mi profesora de inglés María  Median, quién inmediatamente  me  responde  con un saludo similar ’’hello my  bipolar student’’, probablemente  quién sepa el concepto de  un trastorno  afectivo bipolar, pensaría  que estamos  locos por usar términos  médicos  para  saludarnos.

 El trastorno bipolar que describe un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía, cognición y del estado de ánimo. Clínicamente se refleja en estados de manía o, en casos más leves, hipomanía junto con episodios concomitantes o alternantes de depresión, de tal manera que el afectado suele oscilar entre la alegría y la tristeza de una manera mucho más marcada que las personas que no padecen esta patología.

  Aunque  con extrema frecuencia  usamos estos  términos  no quiere decir que realmente seamos  bipolares, simplemente somos  diferente a los prototipos de una sociedad convencionalista de allí el  hacho   de saludarnos  con el término  bipolar. Ambos somos muy diferentes pero tenemos algo en común  no nos gusta ser copia de nadie.

 
La  referencia que consulté acerca del trastorno bipolar me ubican dentro de ellas como: exaltación del estado de ánimo,  pero   por razones  que me  rodean  y que a diario las percibos en la televisión, la radio  y en los periódicos, es la triste realidad    de  una nación que se condena al retraso social y cultural.
 La grandeza de  mi profesora radica en su personalidad,  la cual nunca se ve opacada  por hechos trágicos, la tristeza en su vida  no tiene  razón de ser, por ello siempre la veo con su  sonrisa de oreja a oreja. El ser  es la esencia  de la  vida,  que como estudiante  y maestra hemos optado a ser diferente; a tomar y  mezclar dos caminos opuestos como lo correcto y lo incorrecto y seleccionarlos a nuestro gusto y antojo para complementar esa parte que nos hace falta y que según veo jamás llenaremos porque  somos diferentes en un mundo de iguales.


5 de abril de 2012

El progreso destructor








 Probablemente  si el  dinero creciera en los árboles los gobiernos de todo el mundo se preocuparían más por  cubrir el planeta   con el verde de los billetes  y no  con el gris  que   producen a diarios  los autos y las fábricas; aunque está metáfora   es absurda por ser sacado de un personaje de dibujos animados, Mac Pato, no deja de tener relevancia en  la actualidad.
Cada vez más nuestro  mundo nos grita  que hagamos  por cambiar  el desastroso futuro  hacia el cual nos dirigimos, la destrucción total.  El verde   tanto para las  antiguas civilizaciones  representaba un gran  valor,  para las tribus de  América el verde significa vida, futuro armonía  respeto   y unión, en cambio  el verde de las sociedades modernas de América y del mundo representan ambición, poder, destrucción  y “desarrollo”.
El  desarrollo es una palabra  que  generalmente  todos usamos  para referirnos  al cambio de una nación, pero que en realidad pedimos  es la destrucción de  ecosistemas de vida silvestre, cuantos  bosques, montes y hábitat naturales hemos sacrificados en  nombre de tal progreso que no hace más que  encerrarnos hacia una sociedad de “idiotas de  urbe”’, los  centros comerciales, cines  y clubs  nos entretienen pero ¿a qué costo?, podrimos  comparar  una hora de un insípido concreto pintado con colores llamativo a la grandeza de la belleza natural.
 A veces al hablar de  este tipo de temas hace  que en las personas nazca un espíritu patriótico y de inmediato levanta la bandera   de su país, yo  en cambio la rechazo y no porque  no ame mi país, sino porque no quiero ser inescrupuloso como  los que están involucrados en el conflicto  entre Nicaragua  y costa Rica por el  Río San Juan; no es el  medio ambiente quien  los mueve más bien,  el hecho de disputar un terreno  codiciado  desde hace  tiempo.
Por ello no levanto otra  bandera que no sea la verde, pero no la de un partido político, o la del maldito dólar, sino  el verde de la naturaleza  que nos rodea y la que en tiempo  primitivo nos vistió; de esa manera  no existirá fronteras que nos  obligue  a defender sólo  una parte de nuestro bello planeta en cambio todo el mundo. El  hogar  en el que todos convivimos  y que  casi nunca nos importa lo  que  ocurre,  podríamos aprender  mucho de  las tribus  indígenas de Perú, Colombia, Guatemala, México, quienes  no temen  luchar por defender su hogar.
 Las garras del falso progreso  no los han logrado  envolver en su trampa mediáticas, que a medida los tilda de ignorantes e incivilizados, pero son  valientes porque prefieren vivir en la armonía  que no  produce ni el verdor del dólar, ni los grandes edificios, o los centros recreativos.







Luchar  por la madre  tierra  requiere que todos luchemos constantemente  y que no declinemos jamás, es indispensable  que hallan  personas que quieran un futuro para  sus hijos e hijas y  no sólo porque  conseguiste un puesto en el gobierno o en una ONG  sobre medio ambiente  tendrás que defenderlo por puro compromiso, por un “pinche  salario’’ que no  beneficia en nada  a la lucha por   un planta mejor.
 Las riquezas naturales  son muchas y todos tenemos derechos a ellas no son de nadie y son de todos a la vez es obligación del ser humano cuidarlo porque es el único recurso del que dependemos para subsistir, de lo contrario,  el  fin que tanto  atemoriza   a las personas estará más cerca que nunca.

Que importante  es que pensemos siempre  en la naturaleza y dejemos atrás cualquier perjuicio y nos solidaricemos  con los problemas del  mundo, por ello debemos sentirnos uno con el universo y lo que le ocurra al universo   nos está ocurriendo a nosotros, porque todos somos parte del amazonas quien  se ve asechados  por depredadores  que talan  y cazan la vida silvestre que allí habita, o el  bosque de Paraguay el cual ya ha perdido  el 10% de sus áreas verdes a causa de  la expansión de  actividades  agrícolas  y ganaderas; parte de Río San Juan quién está sufriendo los estragos del desarrollo suicidio,  que poco a poco cala en  el interior de 2 sociedades que no han aprendido  el valor de la naturaleza; dos ideas que se encierran en  la obstinación y el populismo mediático de un conflicto que pudo haber terminado hace bastante tiempo si realmente se pensara en el medio ambiente  y no gobiernos absurdos  e ideas de nacionalismo vil.